En Las órdenes del viento encontramos una sugestiva introducción a la brillante
trayectoria de Raquel Lanseros (Jerez
de la Frontera, 1973) con poemas de Leyendas
del promontorio (2005), Diario de un
destello (2006), Accésit del premio Adonáis; Los ojos de la niebla (2008), Premio Unicaja de poesía; Croniria (2009), Premio Antonio Machado
en Baeza; Las pequeñas espinas son
pequeñas (2013) premio Jaén de Poesía, junto con algunos poemas inéditos.
Un impresionante historial.
Existe en muchos
lectores el prejuicio de venerar la vocación de verdad del género lírico,
endiosando la sinceridad biográfica y sentimental del poeta, sin considerar su
capacidad para fabular o su vertiente más evocadora, facetas normalmente asignadas
al ámbito de la narrativa. Es en esta frontera en la que encuentro singulares
aportaciones en la poesía de Raquel Lanseros. Podemos reflexionar sobre tres
vías a través de las que se acentúa el lado ficcional de la poesía: Las
localizaciones temporales, los retratos
de Los ojos de la niebla, las
fusiones y disociaciones entre lo religioso y lo profano, entre la conciencia y
la materia en Croniria.
Las localizaciones temporales concretas se perciben desde el mismo
título (Royan, le quatorze Juillet 1989)
o se desvelan en el poema (Yago Bazal se
deja ver dos horas) o se deducen (Al
calor de un ángel) consiguiendo, más allá de una simple referencia
biográfica o un homenaje (a Machado en 22
de febrero), un marco lírico-narrativo para la implicación del lector y
para forzar la interpretación:
Todos nosotros somos ahora y para siempre
las pisadas de Yago contra la piedra helada,
yo soy el pan callado de aquella Nochebuena,
tú eres la luna oscura que le ayuda a esconderse.
Y hoy es mil novecientos treinta y nueve. (Yago Bazal... p 27)
Los retratos que encontramos en Los ojos de la niebla describen personajes
líricos independientes del yo biográfico. El poema Un joven poeta recuerda a su padre, con homenaje a Biedma, fabula
con la toma de conciencia de la importancia del pasado e introduce una voz
impostada tomando el papel de un hombre que recuerda a su padre. Otros
personajes poéticos se describen con semejantes recursos distanciadores,
interponiendo diferentes hablantes líricos, con el común afán de rescatar el
pasado en aquellos detalles que fueron menospreciados o ignorados porque "El
olvido está lleno de memoria". (El
hombre olvidado, p. 45)
Algunos de estos
retratos se transforman en auténticas narraciones como el dedicado a Beatriz Orieta, constatando en todos
ellos una misma experiencia tan difuminadora como la niebla:
A menudo los días tienden a suceder en el pasado.
Sin embargo, la noche
tiende a amar sobre todo
a aquellos que construyen
su casa en el presente. (El
hombre que aprende a volar, p. 52)
Las fusiones y disociaciones de Croniria amalgaman lo espiritual y lo profano
o bien separan la conciencia y el cuerpo con una intención distanciadora. El
hablante poemático es testigo y tiene la obligación de dar testimonio del
milagro de la conciencia y de que la realidad es un complejo rompecabezas en el
que actúan muchas variables a un tiempo. Las referencias al ritual cristiano enriquecen
este multifacético espacio onírico y atemporal con un nuevo guiño, una nueva confusión creativa. Parece preguntarnos, con cierta ironía en algunos poemas, por lo que es realmente sagrado:
Sabiduría instintiva
de la usanza
código secular de la
epidermis
acerca a mí tu cáliz. (Bello con
alma, p. 62)
Bienhallada alegría
la pura de sabor
la complaciente
tú que vives y reinas
en el tuétano limpio
ahora y en toda hora
quédate con nosotros. (Bendita
alegría, p. 65)
En este mismo ritual
profano podemos resaltar esta nueva misión evangélica (Mateo 10, 5-10 o Lucas
9, 1-6), un nuevo apostolado, casi un Pentecostés laico y poético:
Nunca le tengas miedo
al horizonte
no hay placer más
sabroso que el trayecto.
Acepta el pan servido
en cualquier parte
disfruta del asilo que
te ofrezcan
pero ten preparadas
las maletas.
Aprende por tu bien el
arte de marcharte
siempre un segundo
antes de que te hayan echado.
(Hit
the road, Jack, p. 67)
Las localizaciones
temporales, los retratos de Los ojos de la niebla, las fusiones y
disociaciones entre lo religioso y lo profano, entre la conciencia y la materia
en Croniria, alejan al lector de la
expectativa de un poema referencial y tradicional, lo alejan de una percepción
directa de los sentimientos desatados en la mente del poeta. Al acercarnos a lo
narrativo, al describir personajes, al contrastar o fusionar la percepción
puramente física, el sentimiento y el pensamiento, Raquel Lanseros consigue
distanciar la voz y el referente para que reflexionemos con todas las nuevas
posibilidades que nos ofrece la vida, ese territorio semi-onírico atado indisolublemente
al tiempo y a la conciencia:
Lo que quiero que sea
lo que es
lo que pudo haber sido
lo que nunca será
lo que fue y lo que era
lo que pudiera ser
lo que querré algún día que haya sido
lo que quise que fuera
lo que a pesar de mí se obstina en ser
lo que siempre soñé que fuese un día
Las cuentas son exactas:
yo soy el resultado. (Aritmética,
p. 92)
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