Poco
queda por decir después de leer la magnífica reseña de Carlos Alcorta en la
revista Clarín (nº117) (recopilada en su blog, carlosalcorta.wordpress.com)
sobre Hotel Origen. Después de comentar los títulos y premios de
Javier Vela (Adonáis, Loewe,..), Carlos Alcorta estructura su última obra en
dos niveles: las tres secciones (Zoológico
privado, Cuando el monarca espera y Dos mil cuarenta y seis) y los dos
niveles semánticos señalados con diferente tipografía (conversacional-descriptivo
en redonda y sentencioso-conclusivo en cursiva) a lo largo de todo el poemario;
reflexionando sobre las meditaciones metapoéticas y ontológicas que devienen de los poemas. Especialmente
esclarecedora resulta la razón del enigmático título de la tercera parte del
poemario (Dos mil cuarenta y seis es
el título de una película de Won Kar-wai que ahonda sobre la caducidad del
amor) y sus comentarios sobre la relación entre poesía y erotismo (siguiendo la
estela de Octavio Paz en La llama doble).
Sólo me
atrevería a aventurar alguna razón sobre los demás títulos del poemario (desentrañado
ya el de la 3ª parte, Dos mil cuarenta y
seis): La primera parte, Zoológico
privado, podría hacer referencia al poemario de Ángel Pestime (Mi zoo privado. La habitación salvaje)
con el que comparte asunto erótico y la segunda, Cuando el monarca espera, quizás remita en su tono al Cantar de los cantares (1:12 Mientras el rey está en su diván..). La
especulación es parte del juego que nos propone Javier Vela...
Hotel Origen aparenta tener un marcado carácter confesional parece un diario
indiscreto compuesto por 86 breves poemas. Lo esencial y el enfoque del detalle
son marcas de su estilo. Prácticamente narra la historia de una relación
amorosa que transita por diferentes estadios emocionales: el enamoramiento, la
pasión, el desencuentro, la reconcialiación, el erotismo, la separación.. Un
personaje poemático centrará la acción y la reflexión, su donna angelicata, su Laura, encarnada en Amara, una presencia
juvenil de profundo erotismo y un catalizador amoroso de las reflexiones y de
la evolución del poeta.
La
experiencia erótica, tan presente en todo el poemario, es observada por el
narrador poemático, desvelando en cada momento las diferentes facetas
desconocidas del amante y de la amada, ambos en evolución. La vida no deja
tiempo para la comprensión; el poema se transforma en una manera de entender al
otro y de comprenderse a sí mismo.
Todo poema esconde un crucigrama
Descifro las palabras aún no escritas
para ordenar mi propio pensamiento.. (p
87)
Efectivamente,
el psicólogo francés Henri Delacroix (reseñado por Pedro Salinas) escribió que al
hablar, el hombre dejaba de ser una cosa entre las cosas y se situaba fuera de ellas,
para percibirlas y actuar. El lenguaje es necesario para el pensamiento, para
tener conciencia. Salinas (El defensor)
afirmaba que "el pensamiento hace el lenguaje, y al mismo tiempo se hace
por medio del lenguaje. Éste es el papel valiosísimo del idioma". No puedo
dejar de relacionar la "prosía" de Salinas, el gran poeta del amor, y
su búsqueda del ingenio como ingrediente clave del poema, con Hotel Origen. Cada escena del poemario
propone una reflexión o una mirada diferente; consigue hacer trascendente el
amor erótico; consigue que de lo concreto lleguemos a lo absoluto.
La forma en que te quitas el vestido
mirándolo caer sobre la cama
basta para fundar una galaxia. (p. 36)
Admiro su torpeza luminosa,
pura torsión de límites.
Hago pasar imágenes que tienen
textura de recuerdo, sin tocarlas.
Como un niño que rompe su reloj
para entender el tiempo
y se le escapa (p 38)
En ese
mismo afán, el de comprender lo que nos rodea, nos encontramos todos los
lectores de poesía. Javier Vela nos obliga con sus poemas a un placentero y
transcendente acto de voyeurismo para comprender un poco más que sólo somos
nuestro empeño, nuestro propio afán:
Somos lo
que observamos:
mis ojos
se deleitan en la nube, en lugar de en el cielo:
se
abisman en la forma, en lugar de en el fondo;
se
obstinan en ver algo, en lugar de ver nada (p.
39)
El tópico amoroso, uno de los núcleos centrales de nuestra tradición literaria, siempre parece nuevo y renacido en la buena poesía. En "Hotel Origen" Javier Vela consigue, con un lenguaje nítido y coloquial, aportar nuevos matices. Convierte la identidad del otro en una prolongación del yo con quien es posible la interpelación cercana y el diálogo sentimental. Un excelente poemario cuyas coordenadas analizas con mucho acierto. Un abrazo desde Rivas.
ResponderEliminarEs un placer coincidir en un poemario con alguien. Gracias por tus amables palabras.
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